Pues muy bien Constantino. Son dos aproximaciones diferentes para abordar el mismo problema. Y ambas muestran excelentes resultados.
Podríamos preguntarnos para que necesitamos esto cuando la red de suministro eléctrico ya dispone de una toma de tierra de mayor o menor calidad. Y también argumentar que aún sin toma de tierra podemos lograr un buen sonido, lo cual es cierto. Pero también lo es el hecho de que a medida que aumentamos la resolución de los componentes de un sistema, este tiende a mostrar con más relevancia los puntos flacos del mismo.
Los dispositivos de los que hablamos aquí están destinados a ser incluidos en sistemas ya optimizados en muchos aspectos porque, en caso contrario, no seremos conscientes de las aportaciones que puedan realizar.
He escuchado más de una vez que es relativamente fácil configurar un buen sistema de high end siempre y cuando no haya muchas limitaciones de presupuesto. Se trataría simplemente de juntar los componentes más neutrales y con mejores medidas.
Bueno, tengo que decir que discrepo bastante al respecto. He escuchado estos sistemas multitud de veces y, aunque suenan con mucha claridad, detalle y dinámica, me resultan totalmente aburridos y estériles porque la música no me engancha, ya que no reflejan las cualidades comunicativas de la música.
La música sin alma es solo una experiencia sensorial, y deja de ser una experiencia emocional. Y el alma es extremadamente volátil ya que podemos gastar mucho dinero en un sistema de alta fidelidad sin que se revele, quizás por ausencia de sinergia entre componentes, la sala, algún cuello de botella en la transmisión de señal, ruido inyectado por algún componente……
Es obvio que para conseguirlo debemos seguir los protocolos audiófilos usuales, tratamiento de la sala, vibraciones, tratamientos para evitar EMI/RFI,etc. puesto que gran parte del sonido que se obtiene de un sistema depende de estos factores. Y el simple "plug and play" nos dejará muy lejos de lograr el objetivo.
No me cabe ninguna duda de que, si apuntamos alto, hemos de considerar tres aspectos fundamentales si queremos obtener una reproducción sonora sobresaliente (incluso antes que el DAC, la amplificación y los altavoces):
•
Suministro eléctrico de calidad •
Toma de tierra •
VibracionesResulta fácil asociar la calidad de un sistema de audio con el precio de los aparatos que lo componen pero muchas veces el resultado de la escucha es decepcionante porque no se corresponde en absoluto con lo esperado. Y eso puede llevar a los audiófilos a entrar en una dinámica de cambio constante en la búsqueda obsesiva del santo grial en aras de alcanzar el goce y disfrute musical.
Pienso que el hecho de ser audiófilo puede tratarse tanto de una bendición, si ello supone disfrutar mucho más de la música, como una obsesión diabólica que no lleva a ningún lado. Por eso no debemos menospreciar la importancia de la puesta a punto del sistema, con todo lo que eso conlleva, porque de lo contrario podríamos entrar en una dinámica de insatisfacción permanente.
Esto me trae a la mente el mito de Sísifo. En la mitología griega Sísifo, rey de Corinto, fue condenado por los dioses a empujar cuesta arriba por una montaña una roca eternamente que, antes de llegar a la cima, volvía a rodar hacia abajo, repitiéndose una y otra vez el frustrante y absurdo proceso. Los audiófilos pueden estar también condenados a cargar rocas (literalmente, ya que algunos amplis high end y altavoces pesan lo suyo) para tener que comenzar todo de nuevo cuando pensaban que habían alcanzado la cima.
Para evitar esto debiéramos ser cuidadosos en los ajustes de todos los elementos que componen el sistema de audio, teniendo en cuenta que todas las partes del mismo influencian al resto.
Por tanto, tengo claro que debemos optimizar nuestros sistemas para que nuestro oído/cerebro encuentre el balance apropiado entre ataque, desvanecimiento de las notas, calidez, ambiente, grave .....para que nos suene agradable y disfrutemos de la escucha. Y considero también que, a medida que aumentamos la resolución de los componentes, el ajuste ha de ser más concienzudo.
Pero el equilibrio también tiene una carga subjetiva importante. Así, los criterios de valoración del rendimiento de los equipos difieren muchísimo entre los aficionados. En mi caso particular me ha llamado la atención muchas veces el hecho de que, tras acudir a una feria o audioshow, leo o escucho comentarios acerca del rendimiento de los sistemas expuestos que difieren radicalmente de mis apreciaciones personales. También observo que, en el caso de aficionados que conozco muy bien y además compartimos gustos, solemos coincidir bastante en nuestras valoraciones.
Detallaré mis prioridades a la hora de valorar un sistema de audio. Considero fundamental el PRaT, el rango dinámico, la saturación y densidad en las frecuencias medias, la naturalidad y una escena sonora inmersiva.
La claridad, transparencia y nivel de detalle serían consideraciones secundarias para mí. Son secundarias porque son fáciles de obtener y el disfrute musical debe estar en primer plano.
Y ningún sistema medianamente resolutivo produce esto sin implementar los tweaks necesarios para ajustarlo a nuestro gusto. Parte de nuestro hobby es tunear el balance sonoro.
En última instancia el balance lo es todo, cada acción impone su impronta y la suma de todo ello es el resultado.
Hay optimizaciones que muestran un resultado similar independientemente del sistema en que se realicen. Podríamos poner como ejemplos el carácter, o firma sonora, brillante y claro de los cable y conexiones de plata, con sus medios delgados; el cobre con su carácter cálido y saturado en frecuencias; el rodio caracterizado por su neutralidad y rapidez.
Lo mismo se podría decir de los dispositivos de desacoplo mecánico-acústico y muchas más cosas.
Obviamente la sala es diferente en cada caso y ese parámetro es inevitable.
Deberíamos tener presente también que cuando escuchamos un componente, realmente estamos juzgando un sistema completo, y que ese mismo componente puede sonar muy diferente en otro lugar.
Por ejemplo, ¿un DAC menos costoso con un cable USB audiófilo caro suena mejor o peor que un DAC más caro con un cable USB genérico? A veces la respuesta es muy obvia, por lo que siempre digo que sólo teniendo en cuenta su costo y contribución a un sistema, se puede determinar el valor de un cable.
La conclusión es que no hay nada que sea "lo mejor" y por tanto hay que experimentar diferentes alternativas en cada sistema, si es que somos inquietos y queremos encontrar nuestro "punto dulce". Cuanta más experiencia adquiramos, más nos ayudará a ver el método que mejor funciona para nosotros mismos.