El rodaje eléctrico en el audio es un tema un tanto controvertido. Sin embargo la experiencia me ha mostrado que no hay
plug and play en el ámbito del high end audio si queremos tener una experiencia trascendental durante la escucha.
Realmente es una fuente de estrés para los aficionados y muchas veces nos hemos preguntado cosas como: ¿Es adecuado para un amplificador que cuesta 20.000€ el que requiera meses de funcionamiento para que rinda todo su potencial?"
Si pensamos que el audio es un pasatiempo destinado a disfrutar de la música (y no a escuchar el equipo) y se supone que debiera ser " algo divertido" y relajante, y no una fuente de estrés, entramos directamente en contradicciones.
El hecho de que un pequeño o gran cambio en nuestro sistema resulte en un sonido plano, agresivo, sin contrastes dinámicos, con la escena sonora colapsada (es posible que el sonido parezca salir "como de un embudo" situado entre los dos altavoces) suele coartar nuestras expectativas de disfrute y relajación durante la escucha. Y en muchos casos activa el demonio de la
"audiofilia nervosa" de modo que establecemos una relación de amor-odio con nuestro sistema de sonido.
La instalación de un nuevo sistema de audio con los componentes retirados de sus embalajes suele conllevar una sensación de "dureza" en la escucha. Y esto suele ocurrir también con la inclusión de nuevas piezas en un sistema ya establecido.
La dureza estimula la reacción de supervivencia del Sistema nervioso animal y eso provoca fatiga a medio plazo. Un signo de ello es que el sistema no tiene la facultad de sonar a elevados niveles de presión sonora en escuchas largas sin provocar fatiga.
Entiendo que muchos no comprendan esto porque no han tenido un sistema que lo provoque, en mayor o menor medida, pero no me cabe la menor duda de que el rodaje no es solo debido a la simple adaptación. Hay multitud de evidencias de que no es así y muchos audiófilos hemos experimentando este fenómeno multitud de veces, y lo seguimos haciendo.
Quizás la palabra que utilizo con más frecuencia para referirme a los efectos sonoros de la falta de rodaje, aparte de "dureza", es "compresión" y con ello no me refiero al método de control de la sonoridad llevado a cabo en el estudio de grabación (algo muy relacionado con el manido "loudness war") sino a cualquier cosa que inhibe el florecimiento completo del sonido en nuestros sistemas de audio.
La experiencia de escuchar un sistema con muy poca compresión supone llenar de sonidos el espacio tridimensional de modo que cada sonido individual alcanza su punto álgido natural antes de desvanecerse, sin ninguna interferencia de los otros sonidos. El sistema respira, hay sensación de intimidad, ritmo, textura y dinámica sin restricciones y la escucha resulta emocionante.
Y realmente esas son mis prioridades cuando escucho un sistema. Es fundamental el PRaT, el rango dinámico, la saturación/densidad de medios, la naturalidad y una escena sonora inmersiva, ancha y profunda. La claridad, transparencia y nivel de detalle serían consideraciones secundarias porque son fáciles de lograr y el disfrute musical debe estar en primer plano.
La simple adición de más detalles e información para la corteza cerebral resulta fácil de obtener pero si buscamos satisfacer el impacto directo sobre el sistema límbico (sin esfuerzo por parte del cortex), para lo cual es fundamental la presencia de PRaT (aquí entra en juego la microdinámica, el tempo y los armónicos), es necesario que el sistema de audio esté rodado.
Resulta una experiencia frustrante, crispante, y a veces desesperante, el no poder disfrutar plenamente desde un principio de un componente nuevo que añadamos a nuestro sistema pero, queramos o no, es un proceso que hay que padecer. Afortunadamente solo es cuestión de tiempo pero es bien cierto que muchas veces la espera se hace eterna y resulta desesperante porque nos impide disfrutar apropiadamente de la música.
En mi caso tengo el asunto más o menos resuelto porque cuando esto ocurre en mi sistema principal, que es con bastante frecuencia, lo mantengo tocando al viento las horas que sean precisas y me deleito con la escucha de otro. La ausencia de musicalidad durante la escucha me supone un estrés, en vez de la pretendida satisfacción, y no compensa sufrirlo.
Curiosamente conozco muchos casos de aficionados que disfrutan viendo la evolución de un componente añadido a su equipo, pero no es mi caso.
No puedo creer que cualquiera piense que el rodaje es solo debido a la simple adaptación, lo que muchos refieren como "rodaje mental". Hay multitud de evidencias de que no es así y muchos audiófilos hemos experimentado este fenómeno infinidad de veces.
El rodaje es un hecho, y esto es cierto independientemente del precio de los componentes que integran el sistema. De hecho, cuanto mejores sean más se beneficiarán del rodaje porque el sistema va a ser capaz de revelar con más precisión la mejora que supone el proceso al que nos referimos.
Parémonos en lo que con frecuencia se denomina
"rodaje mental", algo que tiene una relación obvia con lo que exponemos pero no es el objeto de atención de lo aquí tratado. Realmente se trata de una habituación.
La habituación es un proceso por el cual, ante un estímulo repetido, la respuesta es cada vez menos intensa. Se considera la forma más primitiva de aprendizaje (el cuerpo «recuerda» y «aprende») y se da en múltiples niveles, desde la célula hasta el organismo en su conjunto. Un ejemplo típico puede ser cuando entramos en una sala con el ambiente cargado, una clase llena de adolescentes o un gimnasio mal ventilado, al poco tiempo ya no notamos el «aroma». Otro ejemplo podría ser el hecho de que no notemos sobre la piel las etiquetas de la ropa que nos ponemos a los pocos segundos de habernos vestido. Y, por supuesto, la adaptación de nuestro cerebro a unas nuevas lentes.
La habituación se produce en diferentes especies y es esencial para la atención selectiva, considerándose un prerrequisito para las funciones cognitivas. Tiene un claro valor evolutivo porque contribuye a la adaptabilidad de un organismo a su ambiente.
Ante un estímulo familiar, predecible o repetitivo se reduce la respuesta, y la conducta se organiza y dirige a responder solo a algunos estímulos, en principio los más significativos, novedosos o supuestamente más peligrosos o prometedores.
Es algo muy importante para la supervivencia. En cualquier situación, por simple que sea, intervienen tantos estímulos que si el organismo tuviera que responder a todos su conducta sería caótica por lo que es necesario filtrar esa información.
Ahondemos un poco más en el tema desde el punto de vista de la psicoacústica, algo tan en boga en la actualidad.
¿Cómo juzgamos los audiófilos nuestros sistemas de sonido? Sugiero que juzguemos el sonido en términos de lo "real" que suena.
Cuando suena "real" encontramos compromiso e inmersión en la actuación, trascendiendo el sonido del sistema de reproducción y centrándonos en la música, algo que sólo puede suceder si el "realismo" del sonido se mantiene durante la reproducción. La mayor parte de nuestra percepción auditiva está sucediendo por debajo del nivel de consciencia (cerebro primitivo) con el resultado final presentado a la consciencia (corteza cerebral).
Lo que quiero decir es que nuestro cerebro está analizando los impulsos nerviosos de nuestros dos oídos y dando sentido a estos impulsos nerviosos organizándolos y clasificándolos en un modelo de mundo auditivo que tiene sentido para nosotros. Esto es un proceso analítico de nuestro sistema cognitivo que evalúa lo que percibimos a través de nuestros sentidos. Y sólo puede funcionar eficientemente si tenemos una serie interna de reglas / configuraciones / modelos con los que se realiza el análisis (reglas / configuraciones / modelos que se han construido, y continúan siendo construidas, a lo largo de los años de exposición al sonido en el mundo).
Por tanto es este análisis subconsciente el que determina cuán real es el sonido que percibimos.
Entrando más en detalles podríamos decir que el análisis en tiempo real de nuestro sistema perceptivo parece trabajar en línea con la colección de impulsos nerviosos acontecidos en un momento dado con un
modelo de trabajo preestablecido (construido con nuestros
modelos analíticos aprendidos), y como resultado predice lo que debe venir a continuación de acuerdo con ese modelo de trabajo.
Entonces, ¿qué está pasando cuando escuchamos nuestro sistema de reproducción sonora?
Estamos analizando de la misma manera.
Si suena natural y real es porque el sonido marca todas las casillas analíticas correctas que coinciden con nuestros modelos internos del mundo real, del sonido que conocemos previamente y hemos aprendido.
Si en cualquier punto de la secuencia el sonido no coincide con la predicción en algún aspecto, el modelo analítico de trabajo se cambia para adaptarse mejor a la nueva colección de impulsos nerviosos y así sucesivamente. Demasiadas desviaciones de las expectativas del modelo van a suponer demasiadas modificaciones del modelo de trabajo, lo cual supone un elevado gasto de energía.
El cambio de modelos consume muchos recursos ya que supone mucho gasto de energía extra debido al constante funcionamiento analítico del cortex cerebral.
En definitiva, no se trata de recordar como suena un instrumento / voz / etc. en particular (en términos de frecuencia / amplitud / tiempo) sino que nos referimos a que los sonidos a los que estamos expuestos y escuchamos regularmente generan automáticamente en nosotros una "huella dactilar sonora" (un resumen estadístico) a un nivel subconsciente, y es esta huella dactilar lo que nuestra percepción auditiva utiliza.
Esto mismo es lo que hacemos con nuestros sistemas de reproducción sonora, de manera que construimos esta huella digital sonora con el tiempo.
Lo que estoy sugiriendo es que antes de pensar conscientemente en el timbre de un instrumento y si coincide exactamente con nuestra memoria del instrumento en vivo, nuestro motor analítico ha hecho mucho trabajo subconscientemente. Este trabajo a nivel subconsciente es muy básico pero también muy complejo.
Y, por supuesto, esa huella dactilar sonora tiene mucho que ver con nuestras preferencias a la hora de decantarnos por un determinado componente para nuestro sistema de audio, y varía mucho entre distintos aficionados.
Aquí hemos hablado de ello:
http://tocandoalviento.com/forum/index.php?topic=8.0Cuando escuchamos un nuevo equipo a menudo nos tomamos tiempo para evaluar sus características sonoras, permitiendo con el tiempo que esas características o personalidad sonora se revele.
Y cuando cambiamos algún componente del sistema, o escuchamos otro equipo distinto y nos agrada, refiriéndonos a ello como que resulta más "musical", lo que creo que está sucediendo aquí es una versión acelerada de la huella dactilar sonora a la que nos hemos referido previamente.
Estamos comparando una huella dactilar sonora vs otra que nos resulta más familiar, y eso produce una sensación placentera y de deleite debida a que nuestras funciones cerebrales de alto nivel se involucran más.
Cuando hay alguna anomalía en el sonido de nuestro sistema de reproducción que comporte el que la percepción tenga que cambiar su modelo de trabajo, ocurre que cuanto más sucede esto más energía se consume y el resultado será fatiga / desinterés / malestar con la escucha (obviamente, este proceso ocurre subconscientemente).
Dicho de otra manera, cuando esperábamos disfrutar de la intención del intérprete, y que llegase directamente a nuestro subconsciente, las aberraciones tonales, dinámicas, tímbricas..... están llamando la atención de nuestra corteza cerebral.
Cuando un sistema musical no rinde apropiadamente no entramos en el estado relajado en el que la música nos debiera transportar ya que la energía de nuestro cerebro se está utilizando principalmente para averiguar los impulsos nerviosos debidos a las contradicciones que se presentan durante la audición.
Si tenemos claro que todo esto está sucediendo por debajo de la consciencia y lo que emerge a un nivel consciente depende de la cantidad de inadaptaciones que surgen durante la escucha comprenderemos fácilmente que mostremos desinterés en la música, e incluso que deseemos apagar el sistema ya que resulta pertubador. A esto nos referimos cuando hablamos de
fatiga auditiva.
Por otro lado, si gastamos menos recursos escuchando la reproducción musical, eso permite que la energía ahorrada sea utilizada por niveles más altos de función cerebral y nos veremos involucrados e inmersos en el sonido, disfrutando de la reproducción de música.
Y esto sólo sucede cuando la corrección de los impulsos nerviosos (el flujo musical reproducido correctamente) está en concurrencia con nuestros modelos incorporados de lo que es el sonido natural.
Cuando somos capaces de involucrarnos en una escucha relajada suele resultar un bálsamo calmante para nuestra psique y sospecho que a eso se llega cuando no tratamos de escuchar trenes distantes que pasan cerca del estudio en el que se hizo la grabación, sino más bien de lograr una mejor visión de la representación musical, disfrutando de la misma.
Todo esto me lleva a reflexionar acerca del porqué los errores de los sistemas de audio digitales pueden considerarse más antinaturales que los de los analógicos desde el punto de vista de la percepción auditiva pero eso queda para otro momento.
Y también se me viene a la cabeza el debate objetivista/subjetivista referente a las mediciones en audio pero si consideramos que nuestro sistema oído/cerebro no es un instrumento de medición porque no funciona como tal (no es el papel para el que se diseño la percepción auditiva) no tiene sentido en insistir en que es fatalmente defectuoso.
Hemos de aceptar y vivir con la incertidumbre de que todas nuestras percepciones están diseñadas (han evolucionado) para el análisis oportuno de nuestras sensaciones con el fin de que podamos interactuar de manera útil y eficiente con el mundo físico que nos rodea.
Y escuchar música es un beneficio
secundario, muy agradable, de este papel principal.