El 26 de Noviembre del año pasado me he desplazado al país vecino, concretamente a Oporto, para disfrutar de la audición de un sistema de altos vuelos.
La amplificación estaba a cargo del preamplificador K15EX y etapas de potencia K160 de
Robert Coda, un constructor legendario afincado en Japón que, tras trabajar con Kondo, ha terminado comercializando los aparatos que el mismo diseña y fabrica. Son piezas únicas de las que podrán disfrutar pocos afortunados, dado su elevado precio, que se fabrican por encargo, contándose con los dedos de la mano las unidades que se fabrican anualmente.
Los altavoces, unos
Wilson Audio Alexia V, que sustituyen a la Alexia Serie 2 y se beneficia directamente de de algunas de las innovaciones técnicas de modelos tan reputados como la Chronosonic XVX y la Alexx V.
La escucha se llevó a cabo con fuentes digitales y analógicas, a saber, el
DCS Vivaldi Apex DAC con Upsampler y Master Clock.
El streamer era
Innuos, una marca portuguesa con mucho reconocimiento entre los aficionados.
El plato, un
TechDAS AirForce V, el modelo más asequible de la marca.
El previo de phono era una pieza muy exclusiva fabricada por la suiza
HSE.
https://www.hseaudio.com/Y una fuente muy especial, el
Metaxas T-RX Tourbillion, un grabador-reproductor de cinta magnética.
La escucha de las distintas fuentes reveló la gran potencialidad del sistema aunque, como siempre pasa en estos casos, no me cabe la menor duda de que estaba muy lejos de mostrar toda la magia que podría llegar a ofrecer si tras los aparatos en cuestión hubiese unos cuantos cientos de horas de funcionamiento.
Hace años disfruté en esa misma sala de otra audición, también con cajas Wilson, en la que un italiano portaba una copia de la cinta master de la obra de Pink Floyd "The Wall", reproducida con un magnetófono de bobina restaurado.
Recuerdo haber quedado gratamente impresionado, mucho más que esta vez. La razón es muy simple, una cuestión de rodaje del sistema, ni más ni menos.
Y estoy completamente seguro de que el sistema Robert Koda / Alexia V, con el tiempo suficiente de quemado, puede hacer saltar las lágrimas con relativa facilidad a los afortunados que puedan permitírselo.
El sonido fue del agrado de todos los presentes pero aquellos con los que intercambié impresiones coincidieron en la apreciación de lo diferente que percibimos la música reproducida por el Metaxas o, más bien, de como la sentíamos.
Se trataba de una copia de un máster del "Wish You Were Here" de Pink Floyd.
Y es que el sonido de la cinta tiene un
"je ne sais quoi" que no encontramos en las reproducciones digitales. Sí, el vinilo también comparte muchas de esas cualidades pero tampoco es lo mismo.
Son muchos los audiófilos que consideran las cintas máster, seguidas del vinilo, como superiores desde el punto de vista sonoro a cualquier fuente digital.
La reproducción digital suele focalizar la escucha en el lado de la resolución, buscando el extraer todos los detalles de la grabación, en vez de obtener un sonido más placentero, fluido e integrado.
Esta perspectiva se centra en evitar cualquier coloración y presentar el verdadero contenido de cualquier formato, pero a veces resulta falto de estructura, agresivo y responsable de fatiga auditiva, antes de una hora o menos tiempo, durante las sesiones de escucha.
Cualquiera que sea la fuente digital, se percibe alguna fatiga comparado con el analógico, que fluye como un río tranquilo, sin turbulencias. El digital puede resultar una forma más
metronómica de escuchar música, como si un robot estuviera imponiendo el ritmo en vez de los músicos.
Con frecuencia nos referimos al "calor analógico" de la escucha en cinta, algo que es debido a la saturación. Ocurre lo mismo que con la escucha con válvulas, ya que la saturación ayuda a rellenar los espacios y crea esa sensación de continuidad que nos resulta tan agradable, aunque se coloree eufónicamene el sonido.
En este sentido he de decir que la escucha digital en DSD me recuerda mucho más el sonido analógico que el PCM, pero esa es otra historia.