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Fuentes / R2R. ANALÓGICO VERSUS DIGITAL.
« en: 27 de Abril de 2023, 02:03:46 am »
A vueltas con el tema R2R, he creído interesante abrir este tema, en tanto que el formato en sí nos conecta con la forma en la que se ha producido la música que llevamos escuchando toda nuestra vida.. analógicamente. Tal y como pretendí describir en mi anterior mensaje sobre el mundo R2R, las máquinas de nivel más bajo, consumidor o hifi, no son más que una derivada del formato rey para el registro de la música en los estudios de grabación hasta el comienzo de la era digital, la cinta magnética.
Y los reproductores a los que aspiramos los aficionados al audio son como mínimo de nivel prosumidor, o semiprofesional. Estos equipos son los que sin duda mejor encajan en la mayoría de los sistemas de audio doméstico de alto nivel, con el permiso de ciertas máquinas profesionales. Todas ellas, Estéreo 2 tracks, 15 ips, de 1/4 de pulgada y con manejo de cinta de 10.5 pulgadas, y creo que no me dejo nada. Y como todo esto no deja de ser una disertación de cosecha propia sobre el estudio no académico del tema, se agradecerán todas las correcciones y puntualizaciones que correspondan... así se sigue aprendiendo.
De cualquier manera el título de este tema creo que se aborda de forma transversal en muchos otros temas y mensajes... me llama poderosamente la atención la intención permanente del terreno digital de acercarse a la parcela de lo analógico... Porqué seguimos recurriendo al concepto de sonido analógico como el objetivo a alcanzar, con medios digitales...
Los que contamos con cierta edad y un vínculo con la música y el audio conocemos necesariamente la evolución de la industria del audio en varias dimensiones, pudiendo dividir en este sentido nuestra vida en dos épocas bien diferenciadas: la analógica y la digital.
"La reproducción y grabación de sonido es la inscripción eléctrica o mecánica y la recreación de ondas sonoras, como la voz, el canto, la música instrumental o efectos sonoros. Las dos clases principales de tecnologías de grabación de sonido son la grabación analógica y la grabación digital
Lo que determina la presencia de una grabación analógica o digital no es el soporte usado, sino el tipo de señal grabada en él.
Las señales analógicas se denominan así porque son «análogas» a la forma de la señal original. Es decir, si observásemos la señal acústica original, ésta sería equivalente a la señal resultante (ya sea mecánica, magnética u óptica) en su forma.
Por el contrario, la señal digital se traduce en códigos binarios que ya no tienen forma, sino que son una mera sucesión de ceros y unos (valores discretos) que, ya nada tienen que ver con la señal que los ha originado, aunque puedan reproducirla.
Para realizar una grabación digital es necesario un proceso previo de conversión Analógica a Digital, que convierte la señal analógica en esa sucesión de ceros y unos.
La transformación digital, con todas las acepciones y aplicaciones que se le pueden atribuir hoy día, comienza en el ámbito del almacenamiento y reproducción de contenidos de audio y audiovisuales posteriormente. La irrupción del CD a principios de los 80, que coincide con la generalización del uso de ordenadores personales, significa para la mayor parte de la población su primer contacto con el dominio digital.
Se trata del comienzo del fin de la era analógica en prácticamente todos sus aspectos:
- La tecnología, sustituyéndose rápidamente todo tipo de componentes hacia sus sustitutos naturales en el dominio digital.
- El proceso de producción de contenidos, que transita primero desde la digitalización de contenidos analógicos, a la posterior producción digital de todo el proceso creativo.
- El software, el producto final para ser consumido por la generalidad, y el cambio de formatos físicos empleados, tanto en audio como en video.
Y abundando en esta realidad, podemos también profundizar en el progreso que se produce en el dominio digital, dado que la vertiginosa evolución tecnológica en la capacidad de procesamiento y almacenamiento de los contenidos digitales, la irrupción de internet y la informática como herramienta de trabajo, ha dado como resultado la posibilidad del incremento significativo de la resolución de estos contenidos: evolución en los formatos de video y audio, con incrementos exponenciales de la calidad. Asimismo, la desaparición en sí misma de los soportes físicos que en los albores de la era digital se usaban para almacenar y acceder a los contenidos (CD, DAT, DCC, MINIDISC, LASERDISC, DVD, BLURAY, etc).
No obstante, todavía hoy se discute sobre la supuesta superioridad real del proceso digital frente a su contrario, el proceso analógico.
Esta superioridad es innegable en determinados aspectos, tales como la maleabilidad del contenido, y su manipulación, la ausencia de degradación física en el soporte empleado, la versatilidad de su uso, su distribución (via internet), la capacidad de almacenamiento, la logística necesaria para la generación de contenidos y su reproducción, etc.
Y si bien a nivel teórico se asegura la incapacidad del ser humano de distinguir entre el resultado de la digitalización de una señal y su par analógico, en el ámbito del audio existe un movimiento constante y creciente de profesionales y aficionados que, a nivel de experiencia del usuario, se empeñan en afirmar lo contrario.
Y tanto desde el ámbito de la producción de contenidos musicales, la fabricación de equipos de reproducción, y en los últimos años también la industria discográfica, el proceso analógico no ha dejado de existir, aunque de forma minoritaria y residual.
Lo cierto es que en los últimos años se observa un regreso al soporte de LP de Vinilo más allá de los círculos melómanos y audiófilos en los que siempre siguió teniendo el lugar de honor como mejor soporte para la escucha, siendo la tecnología de dominio digital (CD primero, SACD, Transportes de CD, Dacs, y hoy Streamers y demás tecnología asociada) la eterna aspirante, siendo el objetivo permanente de sus fabricantes (pudiera ser un reclamo comercial, tal vez) conseguir el mayor grado de cercanía al sonido analógico.
Esto es, a día de hoy permanece una distinción clara entre el sonido analógico y el sonido digital, por lo que no podemos considerar al primero desterrado, eso sí, relegado a una cuota residual de profesionales y consumidores que siguen apostando por lo analógico como el medio más fiel, a pesar de todos sus inconvenientes, para capturar, preservar y reproducir el audio.
No es el objetivo de esta reflexión dilucidar la superioridad o no del soporte analógico frente al soporte digital, puesto que seguramente el lector cuenta con experiencia suficiente y criterio propio para distinguir las virtudes y defectos de cada uno de estos dos formatos.
Llegados a un punto de dedicación y exigencia elevados al ejercicio y placer de escuchar música, ambos tipos de soporte ofrecen atractivos que nos empujan a disfrutar de ambos, según el momento y el contexto.
Pudiera parecer que la continuidad del formato analógico está garantizada en los últimos tiempos. La venta de discos de vinilo crece a ritmo vertiginoso además entre generaciones de personas que han nacido ya en la era digital, y no sólo de contenidos originalmente grabados en soporte analógico y sus correspondientes reediciones, sino de músicas completamente actuales, en las que ya resulta casi obligatorio contar con formato físico, LP fundamentalmente y de forma más tímida el CD.
Y también lo hace la venta de tocadiscos y todo tipo de complementos, lo que en buena medida está consiguiendo reflotar un sector comercial herido de muerte con la generalización de productos de muy baja calidad y durabilidad, destinados a reproducir contenidos digitales también de muy baja calidad (MP3 y similares).
Creo que no se puede negar que el aspecto “tangible” del formato físico, el arte que acompaña a cualquier edición de música en soporte físico, el sentido de posesión, el ritual que acompaña a su reproducción, mucho más pausada y carente del estrés inherente a la infinita disponibilidad de contenidos on line y la tendencia al zapping, devienen en una experiencia mucho más enriquecedora y placentera, que pone el acento en la obra, en el acto.
No obstante, hay una “trampa” digital oculta en todo este nuevo movimiento "analógico", y es lo que se refiere a la producción del contenido en sí mismo:
Se da la circunstancia que la inmensa mayoría de la música editada en formato LP en la actualidad no es en realidad sonido analógico, puesto que el contenido parte de un master digital, siendo una pequeña minoría los estudios que siguen produciendo en analógico, destinado a un mercado reducido a entendidos de la música y de la reproducción de la misma.
Se produce incluso software de edición musical que pretende imitar el sonido más saturado y pleno, fruto de la grabación analógica, (TAPE EMULATION PLUGINS/VSTS FOR ANALOG WARMTH).
“Hay muchos plug-ins de cinta y de saturación de cinta para probar, incluidos Phoenix Tape Emulation de Crane Song, Analog Channel de McDSP, Vintage Warmer de PSP, Tapebus de Voxengo y E-tube Tape Warmer de Nomad Factory, el emulador de cinta AE021 Master Strip de Yamaha para sus consolas digitales. En el apartado de hardware, Portico 5042 de Rupert Neve Designs al igual que Hedd de Crane Song y Anamod ATS1. Todos intentan emular los efectos de la cadena de procesamiento de señales de grabación típica y de la saturación de cinta. Algunos también intentan simular los cambios tonales causados por diferentes configuraciones de nivel de polarización, tipos de cinta y velocidades de ejecución. En mi opinión, aunque todas estas son herramientas útiles que introducen algunos aspectos de la calidez analógica familiar, todavía falta algo”. (Hugh Robjohns)
Esto es, más allá de los aparatos destinados a la reproducción de la música analógica, fundamentalmente los tocadiscos, el sonido analógico en sí mismo sí que corre el riesgo de desaparecer, en la música preexistente por la digitalización del contenido en su día, la desaparición del master analógico en el que quedó grabado el instante musical, y en la música actual por la digitalización del todo el proceso y la desaparición del mercado del hardware necesario para la realización de la grabación analógica en soporte magnético en su máxima expresión, esto es, el Magnetófono, Magnetofón, Reel to Reel, cinta de carrete abierto, como prefiera llamársele.
Para profundizar en los factores que influyen en el resultado que ofrece el formato, me parece muy recomendable la lectura del artículo “Calidez analógica. El sonido de tubos, cintas y transformadores”, publicado en 2010 en “Sound on Sound”, revista especializada en el mundo del audio profesional, y escrito por Hugh Robjohns.
Como se trata de un artículo dedicado al sector del audio profesional (grabación y producción musical), me he permitido extraer del mismo lo que considero más interesante y de aplicación al tema que aquí nos interesa, el R2R como formato de audio de máxima calidad para reproducción en cadenas de música domésticas.
Pero eso ya mañana, en el siguiente mensaje.. Saludos a todos!
Y los reproductores a los que aspiramos los aficionados al audio son como mínimo de nivel prosumidor, o semiprofesional. Estos equipos son los que sin duda mejor encajan en la mayoría de los sistemas de audio doméstico de alto nivel, con el permiso de ciertas máquinas profesionales. Todas ellas, Estéreo 2 tracks, 15 ips, de 1/4 de pulgada y con manejo de cinta de 10.5 pulgadas, y creo que no me dejo nada. Y como todo esto no deja de ser una disertación de cosecha propia sobre el estudio no académico del tema, se agradecerán todas las correcciones y puntualizaciones que correspondan... así se sigue aprendiendo.
De cualquier manera el título de este tema creo que se aborda de forma transversal en muchos otros temas y mensajes... me llama poderosamente la atención la intención permanente del terreno digital de acercarse a la parcela de lo analógico... Porqué seguimos recurriendo al concepto de sonido analógico como el objetivo a alcanzar, con medios digitales...
Los que contamos con cierta edad y un vínculo con la música y el audio conocemos necesariamente la evolución de la industria del audio en varias dimensiones, pudiendo dividir en este sentido nuestra vida en dos épocas bien diferenciadas: la analógica y la digital.
"La reproducción y grabación de sonido es la inscripción eléctrica o mecánica y la recreación de ondas sonoras, como la voz, el canto, la música instrumental o efectos sonoros. Las dos clases principales de tecnologías de grabación de sonido son la grabación analógica y la grabación digital
Lo que determina la presencia de una grabación analógica o digital no es el soporte usado, sino el tipo de señal grabada en él.
Las señales analógicas se denominan así porque son «análogas» a la forma de la señal original. Es decir, si observásemos la señal acústica original, ésta sería equivalente a la señal resultante (ya sea mecánica, magnética u óptica) en su forma.
Por el contrario, la señal digital se traduce en códigos binarios que ya no tienen forma, sino que son una mera sucesión de ceros y unos (valores discretos) que, ya nada tienen que ver con la señal que los ha originado, aunque puedan reproducirla.
Para realizar una grabación digital es necesario un proceso previo de conversión Analógica a Digital, que convierte la señal analógica en esa sucesión de ceros y unos.
La transformación digital, con todas las acepciones y aplicaciones que se le pueden atribuir hoy día, comienza en el ámbito del almacenamiento y reproducción de contenidos de audio y audiovisuales posteriormente. La irrupción del CD a principios de los 80, que coincide con la generalización del uso de ordenadores personales, significa para la mayor parte de la población su primer contacto con el dominio digital.
Se trata del comienzo del fin de la era analógica en prácticamente todos sus aspectos:
- La tecnología, sustituyéndose rápidamente todo tipo de componentes hacia sus sustitutos naturales en el dominio digital.
- El proceso de producción de contenidos, que transita primero desde la digitalización de contenidos analógicos, a la posterior producción digital de todo el proceso creativo.
- El software, el producto final para ser consumido por la generalidad, y el cambio de formatos físicos empleados, tanto en audio como en video.
Y abundando en esta realidad, podemos también profundizar en el progreso que se produce en el dominio digital, dado que la vertiginosa evolución tecnológica en la capacidad de procesamiento y almacenamiento de los contenidos digitales, la irrupción de internet y la informática como herramienta de trabajo, ha dado como resultado la posibilidad del incremento significativo de la resolución de estos contenidos: evolución en los formatos de video y audio, con incrementos exponenciales de la calidad. Asimismo, la desaparición en sí misma de los soportes físicos que en los albores de la era digital se usaban para almacenar y acceder a los contenidos (CD, DAT, DCC, MINIDISC, LASERDISC, DVD, BLURAY, etc).
No obstante, todavía hoy se discute sobre la supuesta superioridad real del proceso digital frente a su contrario, el proceso analógico.
Esta superioridad es innegable en determinados aspectos, tales como la maleabilidad del contenido, y su manipulación, la ausencia de degradación física en el soporte empleado, la versatilidad de su uso, su distribución (via internet), la capacidad de almacenamiento, la logística necesaria para la generación de contenidos y su reproducción, etc.
Y si bien a nivel teórico se asegura la incapacidad del ser humano de distinguir entre el resultado de la digitalización de una señal y su par analógico, en el ámbito del audio existe un movimiento constante y creciente de profesionales y aficionados que, a nivel de experiencia del usuario, se empeñan en afirmar lo contrario.
Y tanto desde el ámbito de la producción de contenidos musicales, la fabricación de equipos de reproducción, y en los últimos años también la industria discográfica, el proceso analógico no ha dejado de existir, aunque de forma minoritaria y residual.
Lo cierto es que en los últimos años se observa un regreso al soporte de LP de Vinilo más allá de los círculos melómanos y audiófilos en los que siempre siguió teniendo el lugar de honor como mejor soporte para la escucha, siendo la tecnología de dominio digital (CD primero, SACD, Transportes de CD, Dacs, y hoy Streamers y demás tecnología asociada) la eterna aspirante, siendo el objetivo permanente de sus fabricantes (pudiera ser un reclamo comercial, tal vez) conseguir el mayor grado de cercanía al sonido analógico.
Esto es, a día de hoy permanece una distinción clara entre el sonido analógico y el sonido digital, por lo que no podemos considerar al primero desterrado, eso sí, relegado a una cuota residual de profesionales y consumidores que siguen apostando por lo analógico como el medio más fiel, a pesar de todos sus inconvenientes, para capturar, preservar y reproducir el audio.
No es el objetivo de esta reflexión dilucidar la superioridad o no del soporte analógico frente al soporte digital, puesto que seguramente el lector cuenta con experiencia suficiente y criterio propio para distinguir las virtudes y defectos de cada uno de estos dos formatos.
Llegados a un punto de dedicación y exigencia elevados al ejercicio y placer de escuchar música, ambos tipos de soporte ofrecen atractivos que nos empujan a disfrutar de ambos, según el momento y el contexto.
Pudiera parecer que la continuidad del formato analógico está garantizada en los últimos tiempos. La venta de discos de vinilo crece a ritmo vertiginoso además entre generaciones de personas que han nacido ya en la era digital, y no sólo de contenidos originalmente grabados en soporte analógico y sus correspondientes reediciones, sino de músicas completamente actuales, en las que ya resulta casi obligatorio contar con formato físico, LP fundamentalmente y de forma más tímida el CD.
Y también lo hace la venta de tocadiscos y todo tipo de complementos, lo que en buena medida está consiguiendo reflotar un sector comercial herido de muerte con la generalización de productos de muy baja calidad y durabilidad, destinados a reproducir contenidos digitales también de muy baja calidad (MP3 y similares).
Creo que no se puede negar que el aspecto “tangible” del formato físico, el arte que acompaña a cualquier edición de música en soporte físico, el sentido de posesión, el ritual que acompaña a su reproducción, mucho más pausada y carente del estrés inherente a la infinita disponibilidad de contenidos on line y la tendencia al zapping, devienen en una experiencia mucho más enriquecedora y placentera, que pone el acento en la obra, en el acto.
No obstante, hay una “trampa” digital oculta en todo este nuevo movimiento "analógico", y es lo que se refiere a la producción del contenido en sí mismo:
Se da la circunstancia que la inmensa mayoría de la música editada en formato LP en la actualidad no es en realidad sonido analógico, puesto que el contenido parte de un master digital, siendo una pequeña minoría los estudios que siguen produciendo en analógico, destinado a un mercado reducido a entendidos de la música y de la reproducción de la misma.
Se produce incluso software de edición musical que pretende imitar el sonido más saturado y pleno, fruto de la grabación analógica, (TAPE EMULATION PLUGINS/VSTS FOR ANALOG WARMTH).
“Hay muchos plug-ins de cinta y de saturación de cinta para probar, incluidos Phoenix Tape Emulation de Crane Song, Analog Channel de McDSP, Vintage Warmer de PSP, Tapebus de Voxengo y E-tube Tape Warmer de Nomad Factory, el emulador de cinta AE021 Master Strip de Yamaha para sus consolas digitales. En el apartado de hardware, Portico 5042 de Rupert Neve Designs al igual que Hedd de Crane Song y Anamod ATS1. Todos intentan emular los efectos de la cadena de procesamiento de señales de grabación típica y de la saturación de cinta. Algunos también intentan simular los cambios tonales causados por diferentes configuraciones de nivel de polarización, tipos de cinta y velocidades de ejecución. En mi opinión, aunque todas estas son herramientas útiles que introducen algunos aspectos de la calidez analógica familiar, todavía falta algo”. (Hugh Robjohns)
Esto es, más allá de los aparatos destinados a la reproducción de la música analógica, fundamentalmente los tocadiscos, el sonido analógico en sí mismo sí que corre el riesgo de desaparecer, en la música preexistente por la digitalización del contenido en su día, la desaparición del master analógico en el que quedó grabado el instante musical, y en la música actual por la digitalización del todo el proceso y la desaparición del mercado del hardware necesario para la realización de la grabación analógica en soporte magnético en su máxima expresión, esto es, el Magnetófono, Magnetofón, Reel to Reel, cinta de carrete abierto, como prefiera llamársele.
Para profundizar en los factores que influyen en el resultado que ofrece el formato, me parece muy recomendable la lectura del artículo “Calidez analógica. El sonido de tubos, cintas y transformadores”, publicado en 2010 en “Sound on Sound”, revista especializada en el mundo del audio profesional, y escrito por Hugh Robjohns.
Como se trata de un artículo dedicado al sector del audio profesional (grabación y producción musical), me he permitido extraer del mismo lo que considero más interesante y de aplicación al tema que aquí nos interesa, el R2R como formato de audio de máxima calidad para reproducción en cadenas de música domésticas.
Pero eso ya mañana, en el siguiente mensaje.. Saludos a todos!