No cabe duda de que existe una correlación entre los parámetros mensurables y lo que escuchamos, sobre todo en los transductores. Podemos intuir el balance tonal, las peculiaridades del grave, el agudo, la rapidez de respuesta a transitorios e incluso consideraciones acerca de la escena sonora.
No obstante aún así me siento incapaz de determinar la presentación sonora real de unos transductores viendo las gráficas, y mucho menos de adivinar las sensaciones que obtengo con la escucha de los mismos, por no hablar de las diferencias en el rendimiento dependiendo del sistema en que se integren pero esa es otra historia.
Son frecuentes las diatribas entre objetivistas/subjetivistas acerca del tema.
Los objetivistas se aferran al término "neutral" y fundamentan sus discursos en las medidas.
En el caso más extremo los objetivistas se adhieren al credo de que los componentes pasivos (cables, resistencias, condensadores, etc.) no tienen efecto en el sonido del aparato en que esos componentes son utilizados. Esto es, dos condensadores del mismo valor funcionarán de forma idéntica en el circuito. Por tanto, ¿por qué no utilizar el más barato?.
Por otro lado los subjetivistas argumentan que el único método válido para evaluar un componente es la escucha del mismo.
Suelen aducir que el oído-sistema es complejo y que, además, no actúa como un micrófono ideal procesando todo de la misma manera.
Reciben críticas por parte de los objetivistas que aducen que las mejoras obtenidas con este u otro componente o tweak son debidas a su subconsciente en el sentido de que se sugestionan tras haber invertido su dinero, aunque no represente mejora sónica.
Creo que, como en todos los ámbitos, no todo es blanco o negro y hay escalas de grises.
Las medidas son muy importantes en algunos casos pero, como dijo Albert Einstein, "no todo lo que se mide cuenta y no todo lo que cuenta se puede medir".
Ciertamente no siempre lo que escuchamos se correlaciona con lo que medimos. Resulta paradigmático el tema de los amplificadores diseñados con triodos en configuración single ended (SET) para ilustrarlo.
Si preguntamos a un ingeniero para que nos describa las cualidades de un amplificador ideal nos dirá todo lo que los SET no poseen:
- Baja distorsión y ruido.
- Elevada potencia de salida.
- Elevado factor de amortiguación.
- Baja impedancia de salida.
- Elevada corriente para atacar cargas de baja impedancia.
- Ancho paso de banda.
Entonces, ¿cómo pueden algunos de estos amplificadores, que son la antítesis de lo expuesto, sonar de forma tan mágica?
¿Cómo puede un amplificador con unas cualidades mensurables tan incorrectas sonar tan correcto?
Algunos sugieren que es debido a la distorsión eufónica de los SET que añade peso y cuerpo en el rango medio y, además, "rellena los espacios". Es bien conocido el hecho de que la distorsión del 2º harmónico de los SET es mucho más benigna que la de los amplificadores de estado sólido en clase AB.
Pero la magia de los SET va más allá de esta interpretación simplista. La elevada resolución del detalle de bajo nivel que configura una imagen instrumental tan realista no debiera ser precisamente debido a la distorsión del 2º harmónico.
¿Será porque muchas de las medidas técnicas que se utilizan son una información, en cierto modo estática, que combinada con otras medidas nos lleva a un sistema dinámico altamente complejo y multifactorial?
La música es un arte que se da en el dominio temporal, en el que las relaciones no son estáticas como en la pintura.
Además hemos de tener en cuenta que este complejo sistema interactúa con un sistema mucho más complejo todavía, el cerebro humano.
El filósofo británico Alan Watts, autor de “La sabiduría y la inseguridad”, expresó:
"Si quieres escuchar un río, no cojas un cubo de agua de él y te pongas a mirarlo en la orilla. Un río no es agua y al sacar el agua del río, pierdes la cualidad esencial del río, que es su movimiento, su actividad, su flujo."
Creo que hay muchas condiciones que no son mensurables actualmente, o que no se tienen en cuenta, que pueden afectar a la calidad del sonido y, sobre todo, a como lo percibe cada individuo.
Una manera de juzgar un producto de audio, independientemente de las medidas, es como hace que te olvides con facilidad de que estás escuchando una reproducción electromecánica de la música y te deleites con la música en sí misma.
Y se podría decir que si lo que mides no se corresponde con lo que escuchas quizás estés midiendo algo equivocado.